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lunes, 24 de enero de 2011

UNA GRAN FAMILIA

Somos la familia Rodríguez y en pocos días estrenaríamos la casa de nuestros sueños, un bonito cortijo situado en las afueras de Madrid,
herencia de mis abuelos, ellos se dedicaban a la crianza de caballos,
de ahí mi gran afición por los caballos, era una casa muy grande ideal para nuestros cuatro hijos, pues en el piso ya era imposible vivir.
Empezaré por describirme, mi nombre es María García, tengo 30 años, y mi esposo se llama Felipe Rodríguez, soy profesora en el colegio San Jorge, en Madrid y mi esposo regenta una floristería. Siempre soñamos con tener una casa de campo rodeada de preciosos rosales y el cortijo era ideal.
Os tengo que contar que mi marido y yo venimos de otra relación y cuando nos juntamos, yo con mi princesita y él con sus tres hijos, ya os podréis imaginar las que liaban. De todos mis hijos, porque yo les quiero por igual a todos, los mas revoltosos eran Oscar, Pablo y Miguel “Los tres mosqueteros”, como cariñosamente les llamo, siempre estaban ideando aventuras en casa y lo que no son aventuras, la otra noche mientras mi marido cocinaba la cena y yo bañaba a mi princesita , los tres mosqueteros aprovecharon que ningún adulto les vigilaba y se dedicaron a montar una mini batalla, al mas puro estilo de “Los piratas del caribe” en el comedor y de repente se escucha unas vocecitas que gritaban: cruza la pasarela y serás pasto de los tiburones…
Siempre estaban tramando pequeñas aventurillas. Por otra parte estaba mi princesita María,es muy dulce,ella tiene un problema y es que es autista, así que con ella teníamos siempre un cuidado diferente.
Por fin se acercaba el día en el que todos nuestros planes y sueños se iban a cumplir, pues el lunes próximo teníamos que comenzar la mudanza y claro había que idear un plan para explicárselo a los niños. Como iban a cambiar nuestras vidas… en especial para la pequeña María, nunca imaginamos lo que iba a significar para ella y esto nos llenaba de nervios y a la vez de una grandísima emoción.
El domingo por la noche fue imposible dormir de un tirón, así que nos pasamos la noche sentados en el sofá hablando y hablando casi hasta el amanecer. Ya eran las 8,30h y cuando aun estaba medio dormida, oigo una dulce voz, diciéndome: mami, mami queremos leche y galletas, y medio sonriendo abrí mis ojos y era Pablo que traía cogida de la mano a su hermana María. Así que desperté a mi marido y al resto de los mosqueteros para llevarles al colegio pues a la vuelta del colegio, a las 4h, había que darles la noticia. Mi marido y yo les preparamos su merienda favorita, chocolate y galletas a los niños, iba a ser una merienda muy especial pues les teníamos que dar la gran sorpresa a los niños, una vez todos sentados, merendamos, y como no, hubo una mini batalla con mis tres pequeños mosqueteros, en la cual no quedó ni una esquina del mantel por manchar de chocolate, bueno ahora me río pero en su momento los hubiésemos metido a los tres de cabeza a la lavadora, en fin, una vez pasado el vendaval les empezamos a contar que nos íbamos a mudar de casa y con cada detalle que les contábamos se les dibujaba una gran sonrisa. Les decíamos que era un sitio con jardín, con trastero para que ellos pudiesen montar sus aventuras en lugar de desmantelarme el comedor, que papa plantaría unos rosales preciosos , ya que a mi princesita le encantaban tanto como a mi las rosas. Sus caritas se iluminaban por momentos y eso a nosotros nos llenaba de felicidad, y que una vez instalados allí habría más espacio para todos. Una de las razones por las que nos trasladábamos al cortijo era porque al lado estaba la escuela de hipo terapia, es una escuela de equitación que ofrece tratamientos terapéuticos para niños con alguna discapacidad.
La directora del centro es Lucía una gran amiga de la familia y conocía muy bien el caso de nuestra pequeña por eso se ofreció a darle el tratamiento que tanto necesitaba María, ella sabía del problema de nuestra pequeña, pues ella tiene una discapacidad y necesitaba estar en contacto con los caballos, ellos le ayudarían muchísimo.
Una vez instalados allí las semanas pasaban volando y poco a poco María iba mejorando a una velocidad impresionante, había progresado mucho y se la veía una niña muy feliz cada mañana cuando la despertaba y le decía: vamos princesita, despierta que los caballos te están esperan, enseguida le salía una sonrisa tan bella y se impacientaba por que la vistiera rápido, para llegar pronto a la escuela. Bueno el fin de semana era el día favorito de los niños, podían jugar a todo lo que querían, los tres mosqueteros acampaban a sus anchas en el trastero, sin que yo me tuviese que estar preocupando por mis muebles y la pequeña María pasaba horas y horas en el jardín arreglando con su padre las rosas. Aquella mudanza nos cambio por completo nuestras vidas.

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